Reflejos en la Lluvia.

Y de repente, todo lo que antes te habia sido minuciosamente ocultado, se abre paso a tu vida.
Como un si de un huracan se tratase, la realidad se cuela de forma catastrofica en tu vida, cambiando hasta el mas minimo detalle.
Sin embargo, nada puedes hacer por evitarlo, la madurez llega sin aviso, la niñez se desvanece mas y mas con cada golpe y las esperanzas e ilusiones que la vida del ignorante te habia infundado durante los escasos años de vida que tienes como experiencia, se debilitan por el miedo a cada uno de los nuevos peligros que aparecen en tu vida.

martes, 1 de noviembre de 2011

Capitulo primero.

La campana sonó rompiendo el silencio de la enorme sala y escasos segundos después, el ambiente se llenó de sonidos de el pasar de la hojas, de las cremalleras al cerrarse y de todos los comentarios que los estudiantes formulaban mientras recogían y se disponían a salir de clase de manera desordenada.
Veronica recogió en silencio y se colgó la pesada mochila a la espalda, mientras sorteaba a un grupo de chicas que esperaban impacientes a una sexta; todabía recogiendo los múltiples folios que durante la clase había ido esparciendo por toda la mesa.
Una vez salió de allí se dirijió directamente a la cafetería, donde pensaba descansar durante unos minutos antes de ponerse de nuevo en marcha.
Aquella pequeña sala siempre estaba repleta de gente, o al menos, siempre que ella decidía pasarse por allí.
Estaba repartida de una forma muy corriente. Nada mas entrar podías ver, al fondo, la enorme barra detras de la cual, dos señoras; las dos igual de gordas y groseras, servían los cafes, los refrescos y toda la clase de bollería indrustrial que podrías llegar a imaginar; siendo cada una de estas mas insana que la anterior.
Después, en todo hueco libre que quedaba a los lados de la estancia, se colocaban las pequeñas mesas de madera redondas con su correspondiente número de sillas alrededor, donde los estudiantes y profesores se sentaban y charlaban amigablemente sobre las clases y asignaturas, las actividades del fin de semana y gran variedad de cotilleos mas.
Veronica se acercó a la barra y pidió un café; con hielo y dos azucarillos, como siempre, para después sentarse en una de las pocas mesas que todabía quedaban libres, justo al lado de la barra y en el punto mas alejado de la puerta.
Una vez sentada, comenzó a revolver su café con la mano derecha, mientras la cucharilla plateada producía el tan familiar sonido del metal rozando la porcelana, y con la mano que tenia libre, sacaba un cuaderno y comenzaba a escribir.
Tan ensimismada estaba en su trabajo, que no fué hasta el momento en el que el chirriar de una silla sonó a su lado, que se percató de que alguien se habia sentado en su misma mesa.
Unas manos aparecieron apoyadas en la madera y tomaron su cuaderno en ellas, tomándolo de las suyas tan delicadamente que apenas le fue perceptible este echo en un primer momento.
Levanté la vista en busca de mi acompañante y allí estaba él.
Era moreno, con el pelo castaño, corto y algo ondulado. Tenía la cara delgada y la nariz recta; lijeramente arqueada hacia abajo, sus labios eran finos, pero a la vez abultados, siendo el labio superior apenas algo más grueso que el inferior. Además, sus ojos de un color más parecido al ámbar que a cualquier otro; parecían estar formados por oro fundido.
No era demasiado alto, quizás estaría a unos pocos centímetros por encima de ella, pero tanto su espalda y sus brazos podían adivinarse musculados por debajo del polo verde que vestía.
El le sonrió simpatico, pero Veronica contestó con gesto confundido.
No le conocía de nada, o al menos, de hacerlo, no lo recordaba.
El chico, acentuó su sonrisa al ver el rostro de esta y se presentó.
-Hola, yo soy Fran.
Esta frunció el ceño en un primer momento, pero después al fin aceptó con media sonrisa.
-Veronica, soy nueva en la cuidad. Nos conocemos de algo?
-Sí, de ahora mismo.
El continuó sonriendo, pero ella respondió, seria de nuevo.
-No es demasiado tiempo como para conocer a una persona, no crees?
Fran rió divertido ante su respuesta y inclinándose algo más hacia ella; replicó.
-A mi me parece suficiente. Yo soy Fran, vivo apenas a unas manzanas de esta universidad y me gustan las galletas de vainilla. Y usted, señorita, viene de algún lugar que no es este, se llama Veronica; precioso nombre he de añadir, y siente una apreciable debilidad por el cafe frío, me equiboco?
Veronica no pudo evitar reir por lo ingenioso del comentario y asintió.
-Bien, entonces si tanto nos conocemos tu y yo, deberías saber que no soporto que me cojan las cosas de la mano.
Por un momento, pensó que por fin había conseguido incomodar a aquel extraño chico, pero pronto el volvió a responder, con su impertubable gesto burlón y su poca verguenza.
-Ya, pero, tambien sé que tú sabrás perdonármelo.
Dicho esto, abrió el cuaderno y comenzó a leer por la página que había encontrado abierta.
-"Como ya he dicho, no conozco peor sensación que la de hayarse perdido, ya que por mucho que le de vueltas a este asunto, en mi vida he dado con algo más importante para el hombre como el mismo. Asimismo, necesitamos algo más para nosotros que nuestra propia presencia, por eso que buscamos desesperdamente algo más a lo que aferrarnos y a esto, solemos darle como nombre el tan conocido término de destino; de razón por la que cada uno existe, pero si lo pensamos bien, esto lo hacemos por nuestro propio bienestar, para hacernos creer que estamos aquí para una función determinada. Y todo esto traería como consecuencia, si esque realmente hay alguien lo suficientemente sincero como para reconocerlo, de que el verdadero motivo por el que vivimos somos nosotros mismos."
No pudo continuar leyendo, ya que Veronica se lo arrancó de la manos, alegando que era algo personal. Pero para su sorpresa, no necesito nada más, ya que el cuarderno volvió a sus manos sin ningún tipo de resistencia y la expresión divertida del rostro de Fran se había tranformado, dando en su lugar a la imagen de alguien que le esta dando vueltas a un asunto que le realmente le perturva.
El levantó la vista y la miró intensamente, como intentando entrar en su mente, como si de verdad le hubiera dado que pensar aquello que habia leido.
-Lo has escrito tú?
-Sí.- Dijo mientras irremediablemente el color de la verguenza pintaba sus megillas.
El no dejó de mirarla y asi permanecieron, durante los segundos interminables de una aguja que no quiere correr, hasta que al fin, el silencio fue cortado por el regreso de la risa de Fran.
-Hoy cenarás conmigo?
-No.- respondió secante Veronica.
-Porque? Hemos acordado que nos conocemos ya no? cual es el problema?
Veronica sonrió con sarcasmo y respondió perspicaz.
-Porque yo escucho cuando los demás hablan. Si ceno contigo, te pasarás tanto tiempo diciendo tonterias que se nos pasará la hora y a mi, una mujer de costumbres como soy, no me gusta cenar frío.
El entrecerró los ojos, visiblemente molesto por el rechazo, pero pronto insistió de nuevo.
-Entonces no abriré la boca.
Veronica lo ignoró durante un momento, mientras miraba la hora y devolvía su cuarderno al fondo de la cartera. Una vez hizo esto se levantó y mientras agitaba un brazo exageramente como un gesto de despedida, añadió.
-Lo siento; sería demasiado aburrido cenar con alguien que no habla de absolutamente nada.

3 comentarios:

  1. boniita historiia:) me haa gustaado muchoo, esta es la primera vez que me paso por aquii, pero segurisimo que nosera la ultimaa:) aajajajaja, y comoo se la de sonrisas que saca un nuevo seguidor, pues te siigo!

    http://ourclosetforyou.blogspot.com/

    tespero en mi blooog!:)

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  3. Muchisimas gracias! Me alegra que te haya gustado la historia :)
    Ahora mismo entro en tu blog y lo leo, yo tambien se lo contento que nos pone cada nuevo seguidor :)

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